miércoles, 30 de enero de 2019

André Kertész: toda la vida casado con “Leer”

Andre Kertesz fotografiado por Martine Franck para Magnum Photos.

André Kertész (Budapest 2.07.1894 – Nueva York 28.09.1985) es maestro de maestros de fotografía, especialmente en el ámbito de la composición. Sus huellas son rastreables en el trabajo de otros grandes, como Henri Cartier-Bresson y Brassaï. Además, hizo importantes contribuciones al “ensayo fotográfico”, entre ellas, On Reading (1971), uno de los libros de fotografías más relevante del siglo XX.

Formado para ejercer como contable, animado por su familia a que fuera corredor de bolsa, se encariñó pronto con la fotografía, en la que fue formándose de forma autodidacta, publicando sus trabajos en revistas durante prácticamente toda su carrera. Participó en la I Guerra Mundial, viajó a París en 1925 para vincularse al movimiento dadaísta, donde su trabajo tuvo un importante reconocimiento por parte de público y crítica. Fue el primer fotógrafo en lograr una exposición individual (Galería Au Sacre du Printemps, París, 1927). Huyendo de la sombra de la II Guerra Mundial viajó con su mujer a Estados Unidos, donde tuvo que empezar de nuevo. Hacia 1961 abandonó las publicaciones periódicas y comenzó exhibir su trabajo en diversos países. Recuperó su fama, se consolidó como uno de los grandes y empezó a recibir prestigiosos premios.

Estéticamente, su trabajo se aproxima a veces al dadaísmo, otras al constructivismo, pero más frecuentemente al fotoperiodismo y el humanismo. Suelen distinguirse en su carrera cuatro periodos. El húngaro, el francés, el estadounidense y el internacional. Sin embargo, en esta nota vamos a centrarnos en uno solo de sus trabajos, que atraviesa estos cuatro periodos, dando consistencia y continuidad a una vocación fotográfica que persigue un solo tema: el acto de leer.

Fuentes: Wikipedia y Xataka Foto.

Sus palabras

Ofrecemos un extracto de sus palabras recopiladas en la nota “10 lecciones de André Kertész para la fotografía de la calle”, en CM Street Photo. Si quieres consejos y propuestas prácticas a partir de estas reflexiones de Kertész, pásate por esa web.
"Fui a París sólo porque tenía que ir, no sé por qué. Yo tenía una pequeña cantidad de dinero para mantenerme, ir por un tiempo, tuve mi poder creativo y tuve mis sueños. Éramos tres hermanos; mi padre había muerto, y había sido el deseo de mi madre que la familia permaneciera junta. En 1925, sin embargo, ella me dijo que si todavía me quería ir, entonces debería ir; ella no quería retenerme".
"El momento siempre dicta en mi trabajo. Lo que siento, lo hago. Esta es la cosa más importante para mí. Todo el mundo puede ver, pero no necesariamente miran. Nunca calculo o considero; veo una situación y sé que es correcta, incluso si tengo que volver a conseguir la iluminación adecuada”.

"Yo simplemente paseo, observo el tema desde varios ángulos hasta que los elementos de imagen se disponen en una composición que agrada a mi ojo”.
En estas tres citas vemos cierta semejanza en el proceso de toma de decisiones éticas (qué hacer con nuestra vida) y estéticas (cómo tomar una imagen). Hay, ciertamente, un proceso de reflexión, un darle vueltas al asunto, un evitar la precipitación… pero llega un momento en el que la cosa se ve clara y es como un fogonazo, entonces, hay que hacerlo, y hay que hacerlo de esa manera.

Sobre la técnica, dice:
"Si quiere escribir, usted debe aprender el alfabeto. Usted debe escribir y escribir y al final se tiene una hermosa caligrafía, un alfabeto perfecto. Pero no es el alfabeto lo importante. Lo importante es lo que está escribiendo, lo que está expresando. Lo mismo va para la fotografía. Las fotografías pueden ser técnicamente perfectas y hermosas, y sin embargo carecer de expresión".
"Me gustan los disparos desde arriba. Si usted está en el mismo nivel, se pierde muchas cosas".
Su disposición vital hacia su trabajo y el respeto por los motivos que fotografía son cuestiones éticas que determinan el resultado estético de su trabajo:
"Soy un aficionado y la intención es seguir siéndolo toda mi vida. Atribuyo a la fotografía la tarea de registrar la naturaleza real de las cosas, su interior, su vida. El arte de la fotografía es un descubrimiento continuo, que requiere paciencia y tiempo. Una fotografía extrae su belleza de la verdad con la que se ha marcado”.
"Niego todos los trucos del oficio y el virtuosismo profesional que podría hacer que traicione mi carrera. Tan pronto como encuentro un tema que me interesa, lo dejo a la lente para grabarlo con la verdad. ¡Mira a los periodistas y al aficionado a la fotografía! Ambos tienen un solo objetivo: grabar una memoria o un documento. Y esa es la fotografía pura".
Su obra: On Reading (1971)

Esztergom, Hungría, 1915.

Greenwich Village, New York, 1962.

Claustro trapense, Soligni sur Orne, Francia, 1928.

Circo, Nueva York, 1959.

Boca, Buenos Aires, 1962.

La crítica

Comentamos, en primer lugar, las breves notas “André Kertész: Leer” de John Berger en Para entender la fotografía, Gustavo Gili, 2017, 159-163.
“Cada una de las sesenta fotografías que componen el libro de Kertész, On Reading, es un retrato extraordinario y, al mismo tiempo, una interrupción en una historia extraordinaria que nunca conoceremos” (162).
Berger parece referirse por “retrato” a la figura del lector… aunque no en todas las fotografías de On Reading aparece un lector. Pero, cuando habla de la “historia extraordinaria” que interrumpimos, ¿a qué se refiere? ¿A la vida del retratado? ¿Al momento histórico de la toma? ¿O al mundo que se abre al lector gracias al libro que vemos, pero cuyo contenido desconocemos? Interrumpimos -y desconocemos- esas tres historias, y esa es parte de la magia de estas fotografías. Sin embargo, Berger parece referirse a la tercera historia, la del libro cuyo contenido desconocemos:
“Por lo general, cuando leemos un periódico o un libro, lo sostenemos entre las manos. Mientras tanto, lo que estamos leyendo, ya sea una noticia, un poema o una tesis filosófica, transporta a otro lugar nuestra atención y una parte de nuestra imaginación.

Al leer, el niño corre. Jadeante, hacia el siguiente misterio; y el viejo recuerda. Pero los dos viajan. […] Hay, pues, una tensión entre el gesto manual y el viaje” (162).
Robert Gurbo, conservador del Estate de André Kertész, escribe en su “Nota a esta edición” (en KERTÉSZ, André, Leer, Periférica & Errata Naturae, 2016, 9-10), lo siguiente:
“Las atemporales imágenes de Kertész de personas transportadas a otro mundo en el proceso íntimo de abrir un libro o un periódico vuelven a imprimirse en el momento justo.

Tal vez en memoria de su difunto padre, que era librero, o porque entendía profundamente la naturaleza transformadora de la palabra impresa, Kertész empezó a fotografiar a personas absortas en la lectura tan pronto como comenzó a tomar fotos, a principios del siglo XX, en su Hungría natal. […] En las fotografías tomadas entre 1915 y 1970, Kertész capturó a lectores de toda condición en momentos intensamente personales y, sin embargo, universales. […] Al final de su carrera, Kertész era reconocido como uno de los más grandes fotógrafos de la historia del medio, con más de veinte libros dedicados exclusivamente a su trabajo. Aun así, este íntimo volumen siguió siendo uno de sus favoritos. Publicado cuando Kertész salió de un largo periodo en el que había trabajado en relativa oscuridad, Leer le ayudó a restablecer su identidad en un momento crítico de su carrera: esta obra demostraba al mundo de la fotografía la consistencia de su visión a lo largo de seis décadas” (9-10).
On Reading es fruto de al menos 55 años de trabajo en los que el fotógrafo insiste sobre un mismo tema. La unidad no es sólo temática, también de estilo y concepto. El orden en el que el libro dispone las fotografías sugiere una reflexión continuada, un enfoque intelectual consistente durante décadas y una purificación, una purga de infinidad de materiales y horas de trabajo para lograr una unidad última, singular, perfectamente tallada, en la que parece no sobrar ni faltar nada.

¿Ética y Estética?

Las palabras de Kertész sobre su vida y su trabajo nos permiten reconocer patrones similares de decisión para su vida personal y para sus tomas fotográficas. Intuimos, ahí, una profunda unidad de vida: fotografía como vive (¿O tal vez a la inversa?) La unidad de vida suele ser fruto de una opción fundamental, que recibe el nombre de vocación, y que nos permite reconocernos a nosotros mismos en lo que hacemos. La vocación tiene una estructura doble, de llamada-respuesta. La realidad (París, la cámara de fotos, etc.) nos llama de diversas formas y maneras (hay muchas “llamadas”) y nosotros hemos de responder sólo a esas llamadas que, en lo más íntimo, reconocemos dirigidas a nosotros. Y hemos de responder a nuestra manera, buscando cada vez una mayor autenticidad personal.

A menudo esa unidad de vida que llamamos vocación se descubre con mayor evidencia y nitidez no al principio, sino al final, mirando hacia atrás. Eso le pasó a la crítica con Kertész y Leer, y tal vez le pasó al mismo Kertész. Pero esta unidad no se construye al final, sino desde el principio, bajo la forma de una promesa tal vez secreta, no pronunciada, pero sostenida en el tiempo, cumplida. Kertész, fuera en recuerdo de su padre o por amor a la lectura, se casó con 21 años (si no antes) con fotografiar el acto de lectura, y mantuvo ese matrimonio hasta el final de su vida. El fruto de ese amor es la obra On Reading.

Nota de: @AlvaroAbellan

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